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La matemática en sintonía con la música, la literatura y otras artes

El Universo tiene un caótico orden, como la belleza que el hombre crea desde su mente y su espíritu. Esta comprensión, o traducción, requiere a veces de la guía de personas, y sensibilidades, que fácilmente nos puedan transmitir esa sabiduría. La Prof. Margarita Fiandesio nos ayuda a esa interpretación.

 

Admirable disertación de la profesora Sarah  Hart sobre intersecciones de la música, la literatura y la matemática. Voy a hacer mi aporte sobre este fascinante tema.

Hay un libro de Guillermo Martínez titulado “Borges y la matemática”, libro que me atrajo especialmente en su primera mitad. Entre otros temas alude a la obsesión que tenía Borges respecto al infinito y el tiempo. ¿No es acaso el infinito universo que está contenido en la esfera de “El Aleph” y tal vez la proporción del tiempo de San Agustín que pervive en su obra?

William Gibson, el autor del nuevo género de ciencia ficción llamado ciberpunk, observo en el libro “Tlon” , “Uqbar” , “Orbis Tertius” de Borges que aparece el concepto de software y el de banda ancha.

Borges, conjuntamente con Bioy Casares, descubrió en una enciclopedia ficticia que Uqbar era un país inexistente. Ahí demuestra la metafísica en la literatura fantástica, en la que los metafísicos tlonianos no buscan la verdad, sino el asombro.

Respecto de la música, siempre me remito a Grecia alrededor del siglo V a.C.  En realidad, la aritmética y la geometría ya habían sido estudiadas miles de años antes en Egipto. Pitágoras, incluso, estudió en Egipto y nos legó la llamada Música de las esferas. Esa música referida al movimiento de los astros no es perceptible a nuestros oídos, probablemente son resonancias que se producen en la danza de los planetas del macrocosmos, que los compositores en el transcurso de la historia trasladaron a nuestro microcosmos. La última versión que tengo es la del compositor

Paul Hindemith, quien escribió una ópera llamada “La armonía del mundo”. Se basó en la vida del astrónomo Johannes Kepler que vivió del siglo diecisiete al dieciocho, preocupado en la búsqueda de la armonía universal. Al escucharla se perciben una serie de sonidos indefinidos, como resonancias y otros definidos muy disonantes, dando la sensación de la música de las esferas de Pitágoras a la que me referí.

También la Grecia del mismo período nos legó algo muy importante: la base de la teoría de la música. Los teóricos griegos fueron más organizadores que creadores. Pitágoras, en base a un monocordio estableció los intervalos que formaron las escalas, las que ellos llamaban modos. Tan sabios eran, que el modo, el ethos, le daban un determinado carácter a cada escala. Así surgieron los modos dórico, frigio, lidio, etc. Todo era número, así un intervalo de octava se representaba con la fracción un medio, el de quinta dos tercios, el de cuarta tres cuartos y así sucesivamente.

En el paso del siglo XVII al XVIII aparece una forma musical, la fuga, perfectamente esbozada, entre otros, por Juan Sebastián Bach. Pese a que la música es un arte intangible, considero a la fuga una forma aritmético-geométrica. También observo la tocata, en la que proporcionados motivos juegan de lo agudo a lo grave y viceversa como lo alto y lo bajo en la estatura. También frases musicales aprisionadas en ocho compases y formas denominadas con letras del alfabeto, como por ejemplo, ABA.

En el siglo veinte, los compases de distintos tiempos comenzaron a intercambiarse como en “La consagración de la primavera” de Stravinsky, causando conmoción en los bailarines acostumbrados a la simetría.

Muy interesante también, en el mismo siglo, fue la composición para piano del “Allegro bárbaro” de Béla Bartók en la que el autor usó la proporción áurea que nos remonta nuevamente a Grecia. Con el número phy 0,618, Bartók armó dos partes, en la que la segunda es un poco menor que la primera. En apariencia una obra desordenada y sin embargo ordenada en el todo. Esta proporción aplicada en la pintura, la escultura y la arquitectura parecía imposible llevar a la música por su índole etérea, pero que se puede plasmar a través de la escritura.

 

Prof. Margarita Fiandesio, concertista y docente.

Epílogo:

la Música
es número, proporción, forma,
pero también deleite para los oídos,
gozo para el alma, belleza para la estética,
ascesis para el espíritu
y educación para las mentes.

 

Margarita Fiandesio de Cámpora


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