Exhibe en diez salas del edificio Nouvel un centenar de obras, la mayoría inéditas
Siguiendo la estela de la saga ‘Star Wars’, el Museo Reina Sofía ha dividido en seis episodios la nueva reordenación de su colección, de la que hace una relectura integral. En total, dos millares de obras, agrupadas en seis espacios de la pinacoteca, que ocupan 12.000 metros cuadrados. Primero llegó ‘Nos ven: de la modernidad al desarrollismo’ (la hegemonía cultural de Estados Unidos y el contrapunto europeo, la visión de España en la Guerra Fría, los feminismos…) en la cuarta planta de Sabatini, que acababa con Luis Gordillo.
El segundo episodio, que se presentaba ayer a la prensa, se centra en Latinoamérica, una realidad compleja, plural y diversa sobre la que el Reina Sofía dirige una nueva mirada mucho más descentralizada (desde el Sur, muy distinta a la del Norte, predominante hasta ahora), dando voz a la periferia, respetando las singularidades de cada uno de los países y con la idea de lugar por encima de la de mapa. En la decena de años que lleva al frente del museo Manuel Borja-Villel, el arte latinoamericano ha sido una prioridad constante. Bajo el título ‘Los enemigos de la poesía: resistencias en América Latina’, se reúne en la primera planta de la ampliación de Nouvel un centenar de obras creadas entre 1964 y 1987. Más de un 90% de ellas se muestran por vez primera. En su mayoría proceden de donaciones, depósitos y adquisiciones hechos en los últimos ocho años por los miembros de la Fundación Museo Reina Sofía, creada en 2012. En ella, coleccionistas y mecenas como Patricia Phelps de Cisneros, Jorge Pérez, Ricardo y Susana Steinbruch o Juan Carlos Verme, que se han volcado muy activamente con el museo. «La Fundación ha apoyado lo que no es obvio. Nuestra tarea es otra», advierte el director del museo.
En los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, el arte en Latinoamérica se caracteriza por la experimentación radical más absoluta y un discurso rupturista. Se incorporan nuevos lenguajes y nuevas prácticas artísticas: la poesía se expande al libro, la pintura y la escultura, el uso del cuerpo como herramienta de expresión y crítica social, la intervención en el espacio público, el cuestionamiento de las instituciones, la incorporación activa del espectador… «Es un momento único muy importante», advierte Borja-Villel. Los creadores toman un papel muy activo en medio de férreas dictaduras por todo el continente, y sufren las consecuencias por ello: Lygia Pape entra en la cárcel, Caetano Veloso se exilia…
El recorrido pasa por la ‘Tropicalia’ brasileña de Hélio Oiticica, el Mayo del 68 en Argentina (Roberto Jacoby, Marta Minujín), el indigenismo de Claudia Andújar (trabajó con la comunidad yanomami de la Amazonía brasileña), las críticas colonialistas («el Black Lives Matter ya estaba allí», apunta Borja-Villel), el arte postal (los artistas logran intercambiar mensajes subliminales gracias al arte postal para eludir el control de las dictaduras)… Luis Camnitzer está presente con su proyecto ‘Masacre de Puerto Montt’, en el que recuerda una matanza en 1969. No falta el diálogo entre artistas latinoamericanos y españoles como Muntadas o Valcárcel Medina. Dos grandes obras, frente a frente en la última sala, dedicada a Chile y la dictadura de Pinochet: ‘Muda y desnuda, la libertad contra la opresión’, de Matta, inspirada en el ‘Guernica’ picassiano, cuelga frente a la pieza de Elías Adasme ‘A Chile’. El artista, amenazado de muerte, se exilió en Puerto Rico. El próximo episodio el nuevo Reina Sofía estará dedicado precisamente al exilio.