Francisco de Goya (1746-1828), pintor y grabador español, ha dejado para la posteridad un gran volumen de obras que han marcado etapas en la historia de la pintura. Dos de ellas, “La carga de los mamelucos” y el “2 de mayo de 1808” son de las más emblemáticas de toda su colección.
Detrás de las pinturas de mayo de 1808
Para entender el contexto en el que fueron creadas las obras, es necesario comprender el clima político de España en ese momento.
Entre el otoño de 1807 y la primavera de 1808, el emperador Napoleón depuso al monarca español y procedió a ocupar España. El 2 de mayo, cuando la última familia real se preparaba para exiliarse, el pueblo de Madrid se rebeló.
Miles de madrileños murieron luchando contra los soldados franceses y turcos del ejército de Napoleón. Los franceses finalmente consiguieron el control de la ciudad y ajusticiaron a los rebeldes madrileños al día siguiente.
La lucha no fue en vano, porque esta fue el catalizador de la Guerra de Independencia española, que se libró hasta 1814, cuando Francia fue finalmente derrotada.
Goya, era el primer pintor de la corte española y se había quedado en Madrid durante la guerra. Su obra proporciona un registro importante de la época y es una forma de conmemorar las valientes acciones de sus compatriotas.
En “La carga de los mamelucos” se puede observar una batalla feroz y caótica en las afueras de la ciudad.
En la otra obra, también llamada “La ejecución”, el telón de fondo es negro, algo nublado por el humo y es obvia la noche, aunque se pueden ver construcciones de la ciudad. El pelotón de fusilamiento está de espaldas y en penumbras, sin rostros y totalmente anónimos, y apuntan con sus rifles a un grupo de héroes madrileños.
Los condenados están bañados de luz, la que permite verlos desesperados pero valerosos, con los brazos extendidos y desafiantes hasta el final.
Una pintura contra la guerra
“La ejecución” se ha descrito en varias ocasiones como la más representativa pintura contra la guerra, la primera obra de arte moderna, y la obra maestra del artista.
Pero después de terminada, pasó casi 40 años almacenada en un depósito del Museo del Prado de Madrid. Fue en el año 1872 que, por primera vez, el museo la incluye en su catálogo.
La razón argumentada por el Museo es que Goya había representado los horrores de la guerra y la memoria estaba viva en esos años, por lo que se dejó pasar un tiempo prudencial antes de exhibir las obras.
En aquel entonces, Francisco de Goya aseguró que sus obras perdurarían porque “reflejan las acciones más notables y heroicas de la gloriosa insurrección contra el Tirano de Europa”.
Por Francisco María