La nieve no solo inunda los alrededores de la pinacoteca, sino también muchos cuadros de su colección
Pero no sólo se ha quedado helado el Prado por fuera. También, por dentro. Son muchos los cuadros de su colección en los que hay escenas invernales, incluso potentes nevadas. Uno de esos cuadros es «La nevada (o El Invierno)», de Goya, que se restauró el año pasado. Es uno de los cartones para tapices que hizo Goya entre 1786 y 1787 con el tema de las cuatro estaciones del año, destinados a decorar el comedor de los Príncipes de Asturias (el futuro Carlos IV y su esposa, María Luisa de Parma) en el palacio de El Pardo.
La obra, restaurada por Elisa Mora, necesitaba pasar por «quirófano»: los barnices se habían oxidado, produciendo un tono ocre, amarillento, en la superficie pictórica, que ahora recupera la gama original de grises (más que blancos) que utilizó Goya para dar esa sensación de frío. Es la primera vez en la Historia del Arte que se representó el invierno de manera realista, no idealizada.
Junto a Goya, el Prado atesora escenas invernales de artistas como Jan Brueghel el Joven, El Greco, Juan de Flandes, Velázquez, Durero, Beruete o Maella, entre otros.